
Por Darcia Narváez, PhD
A menudo escuchamos que los bebés, y especialmente los bebés varones, necesitan ser tratados con cierta aspereza para que no se “malcríen”. Se alienta el trato distante y la falta de respuesta al llanto para no “mimarlos”. ¡Es un error! Estas ideas se basan en una falta de conocimiento sobre cómo se desarrollan los bebés. En realidad, para una buena salud física y mental, los bebés necesitan un cuidado sensible y responsivo, y un buen apego con sus figuras de referencia, que le permitirán desarrollar con el tiempo la capacidad de autocontrol, las habilidades sociales y la empatía.
Una revisión de la investigación empírica recientemente publicada por Allan N. Schore, llamada “Nuestros hijos varones: La neurobiología del desarrollo y la neuroendocrinología de los niños en riesgo” muestra por qué debemos preocuparnos por cómo tratamos a los bebés en su infancia temprana, a todos, pero especialmente a los varones, quienes por imperativos culturales han recibido menos “mimos”. Aquí hay algunos puntos destacados:
¿Por qué la experiencia temprana de la vida influyen mucho más en los niños que en las niñas?
- Los niños maduran más despacio física, social y lingüísticamente.
- Los circuitos cerebrales reguladores del estrés maduran más lentamente en los niños que en las niñas, tanto en la etapa prenatal como perinatal y postnatal.
- Los niños son más vulnerables y se ven afectados más negativamente por el estrés ambiental temprano, dentro y fuera del útero, que las niñas. Las niñas tienen mecanismos más integrados que fomentan la resiliencia contra el estrés.
¿De qué modo son más vulnerables los niños que las niñas?
- Los niños son más vulnerables al estrés materno y la depresión en el útero, al trauma del nacimiento (p. ej., la separación de la madre) y la prestación de cuidados inadecuados que les generan estrés). Éstos generan desórdenes del apego y afectan el desarrollo del hemisferio derecho del cerebro (que en las etapas tempranas se desarrolla más rápidamente que el hemisferio izquierdo). El hemisferio derecho normalmente establece circuitos cerebrales auto-reguladores relacionados con el autocontrol, la sociabilidad y la empatía.
- Los bebés varones recién nacidos a término normal reaccionan de manera diferente a la evaluación del comportamiento neonatal, mostrando mayores niveles de cortisol (una hormona movilizadora que indica estrés) por más tiempo que las niñas.
- A los seis meses, los niños muestran más frustración que las niñas. A los 12 meses los niños muestran una mayor reacción a los estímulos negativos.
- Schore cita la investigación de Tronick, quien concluyó que “Los niños son socialmente más exigentes, tienen más dificultades en regular sus estados afectivos y emocionales y pueden necesitar más apoyo de sus madres para ayudarles a regularse en este aspecto. Esta mayor exigencia repercute en la persona que cuida de los pequeños varones. (p.4).
¿Qué podemos deducir de los datos?
Los niños son más vulnerables a los trastornos neuropsiquiátricos que aparecen en las fases tempranas del desarrollo (las niñas son más vulnerables a los trastornos que aparecen más tarde). Estos incluyen autismo, esquizofrenia de inicio temprano, TDAH y trastornos de la conducta. Estos han ido aumentando en las últimas décadas (curiosamente, a medida que más bebés han sido escolarizados en guarderías). (Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano, Early Child Care Research Network, 2003).
Schore afirma que “a la luz de la evidencia sobre la maduración cerebral del lactante, la función materna como figura de apego y reguladora afectivo-emocional del bebé tiene el efecto de favorecer la maduración de su inmaduro hemisferio derecho, así como un desarrollo socioemocional óptimo”.
Las páginas anteriores de este trabajo sugieren que las diferencias entre los sexos en los patrones de cableado cerebral que explican las diferencias de género en las funciones sociales y emocionales se establecen al principio de la vida, y la programación del desarrollo de estas diferencias está no sólo genéticamente codificada, sino también epigenéticamente modelada por el ambiente social y físico temprano, y que los cerebros masculinos y femeninos adultos representan una complementariedad adaptativa para una función humana óptima “. (Página 26)
¿Como es un “cuidado inapropiado” en las etapas temprana de la vida?
“En marcado contraste con este escenario de buen apego que facilita el crecimiento sano, en un contexto postnatal sub-óptimo e inhibidor del desarrollo relacional, la baja sensibilidad, capacidad de respuesta y regulación materna se asocia con un apego inseguro. En un contexto relacional más perjudicial relacionado con el maltrato y trauma del apego (maltrato o negligencia) el cuidador principal de un niño inseguro desorientado-desorganizado induce estados traumáticos de afecto negativo duradero en el niño (AN Schore, 2001b, 2003b). Como resultado, se producun desgaste excesivo en el cerebro en desarrollo, parcelación apoptótica severa de los circuitos de estrés subcortical y cortical y consecuencias perjudiciales para la salud mental a largo plazo (McEwen y Gianaros, 2011).
El trauma relacional en los períodos críticos del desarrollo del cerebro imprime así una reactividad fisiológica permanente del hemisferio derecho (relacionado con la sociabilidad y la empatía), altera la conectividad corticolímbica en la HPA (eje hipotalámico-hipofisario-adrenal) y genera una susceptibilidad a trastornos posteriores de la regulación del afecto, que se manifiesta en un déficit para hacer frente a futuros factores estresores socioemocionales. Anteriormente, describí que los cerebros masculinos de maduración lenta son particularmente vulnerables a esta tipología de vinculación más desregulada, que se expresa en severos déficits en las funciones sociales y emocionales”(p.13).
¿Como es un “cuidado apropiado” en las etapas temprana de la vida?
“En un escenario de desarrollo óptimo, el mecanismo evolutivo del apego madura durante el período de crecimiento del cerebro derecho, permitiendo que los factores epigenéticos en el entorno social afecten los mecanismos genómicos y hormonales en los niveles subcortical y cortical cerebral. Al final del primer año y comienzo del segundo, los centros superiores en la corteza orbitofrontal derecha y ventromedial comienzan a forjar conexiones sinápticas mutuas con los centros subcorticales inferiores, incluyendo los sistemas de excitación en el cerebro medio y el tronco cerebral y el eje HPA, permitiendo así el desarrollo de estrategias más complejas de regulación emocional, especialmente durante momentos de estrés interpersonal.
Dicho esto, tal como señalé en 1994, la corteza orbitofrontal derecha y el sistema de control de apego maduran funcionalmente de acuerdo con un calendario diferente en niños y niñas, y por lo tanto, la diferenciación y el crecimiento se estabilizan más temprano en las niñas que en los niños (A.N. Schore, 1994). En cualquier caso, los escenarios óptimos de apego permiten el desarrollo de un sistema de activación lateral derecho eficiente y de inhibición del eje HPA y de la excitación autonómas, componentes esenciales para las capacidades óptimas de afrontamiento. “(P.13).”
Implicaciones prácticas para padres, profesionales y políticos:
1. Los niños necesitan más cuidados, no menos, que las niñas
2. Actualizar las prácticas hospitalarias. La Iniciativa IHAN es un comienzo, pero no suficiente. De acuerdo con una revisión reciente de la investigación, hay muchos efectos epigenéticos y otros que ocurren al nacer.
La separación de la madre y el bebé al nacer es perjudicial para todos los bebés, pero Schore señala cuánto más daño le hace a los niños: “Exponer a los recién nacidos varones … al estrés de separación causa un aumento agudo de cortisol y por lo tanto puede ser considerado como un factor de estrés grave “(Kunzler, Braun, & Bock, 2015, p.862). La separación repetida produce un comportamiento hiperactivo y “cambios en las conexiones entre la corteza prefrontal y el sistema límbico. Es decir, las regiones que son disfuncionales en una variedad de trastornos mentales “(página 862).
3. Ofrecer un cuidado afectuoso y sensible
Las madres, los padres y otros cuidadores deben evitar generar cualquier angustia innecesaria en los bebés y niños, pues puede tener efectos negativos duraderos. En lugar de prodigar el trato áspero normalizado en el caso de los varones (para “hacerlos hombres”), dejándolos llorar cuando son bebés y luego diciéndoles que no lloren cuando ya son niños, y negándoles el afecto y otras prácticas para “endurecerlos, deben recibir el trato opuesto: con ternura y respeto por sus necesidades de abrazos y amabilidad.
Nota: los bebés prematuros son menos capaces de interactuar espontáneamente con los cuidadores y por lo tanto necesitan cuidados particularmente sensibles a medida que avanza su desarrollo neurobiológico.
4. Alargar la baja por maternidad. Para que los padres puedan proporcionen un cuidado atento y de calidad, necesitan el tiempo, el enfoque y la energía. Sería conveniente un permiso de maternidad y paternidad pagado durante al menos un año, el tiempo en que los bebés son más vulnerables, como en el caso de Suecia.
5. Otra cosa que no mencioné es la de los efectos de las toxinas ambientales. Los niños se ven más afectados negativamente por las toxinas ambientales que también perturban el desarrollo del hemisferio derecho del cerebro (por ejemplo, plásticos como BpA, bis-fenol-A). Schore está de acuerdo con la propuesta de Lamphear (2015) de que el continuo “aumento de las discapacidades del desarrollo está asociado con toxinas ambientales en el cerebro en desarrollo”. Esto sugiere que deberíamos ser mucho más cautelosos al poner productos químicos tóxicos en nuestro aire, suelo y agua. Ese es un tema para otra publicación del blog.
Conclusión
Por supuesto, no deberíamos preocuparnos por los niños varones, sino ocuparnos de todos los bebés. Necesitamos proporcionar cuidado amoroso y de calidad para todos los niños. Todos esperan y necesitan, para un desarrollo adecuado, el nido evolutivo, una línea de base para la atención temprana, que proporciona la atención nutricional y reductora del estrés que fomenta el desarrollo óptimo del cerebro. Mi laboratorio estudia el nido evolutivo y lo encuentra relacionado con todos los resultados positivos que hemos estudiado.
Darcia Narváez, PhD, profesora de psicologia de la Universidad de Notre Dame.
Traducido del artículo:
Be Worried about boys, specially baby boys (referencias bibliográficas en el artículo original en inglés)