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Por qué deberíamos dejar de segregar a los niños por edades

Por qué deberíamos dejar de segregar a los niños por edades

niños diferentes edades
Escuela

 

Por Peter Gray

 

Los adultos nos sentimos halagados cuando pensamos que somos los mejores maestros para los niños. Pero la realidad es que ellos están mucho más interesados ​​en otros niños que en nosotros.

Los niños están especialmente interesados en, ​​y preparados para aprender de aquellos otros que son un poco mayores que ellos, un poco más avanzados en su desarrollo, pero no demasiado lejanos. Los niños se sienten atraídos por los niños mayores, y los niños mayores se sienten atraídos por los adolescentes. La edad adulta está demasiado lejos como para ser una gran preocupación. Es por eso que la mezcla de edades es crucial para la autoeducación de los niños.

En mis dos publicaciones anteriores (ver al pié), me centré en el valor del juego de edades mixtas. Describí cómo los niños más pequeños tratan de hacer cosas que no podrían hacer con sus compañeros de edad; y describí cómo el juego con edades mixtas suele ser más creativo, menos competitivo y más propicio para la experimentación que el juego de niños de la misma edad. Ahora completo esta serie sobre la mezcla de edades al describir algunas formas, más allá del juego, mediante las cuales la presencia de niños mayores y menores promueve la autoeducación. Como antes, mis ejemplos provienen principalmente de las observaciones en la Escuela del Valle de Sudbury, donde los estudiantes, que tienen edades comprendidas entre los 4 años y la edad de escuela secundaria, se mezclan libremente durante todo el día.

 

Los niños pequeños quieren hacer lo que hacen los niños mayores.

Una mañana soleada mientras estaba sentado cerca del patio de recreo de la escuela vi a dos niñas de 10 años de edad realizar con facilidad y despreocupadamente el truco de caminar de pie por el tobogán. Una niña de 6 años les miraba más atentamente que yo, y luego ella subió la escalera y comenzó a caminar con cautela por el tobogán. Fue claramente un desafío para la niña pequeña. Caminaba con las rodillas dobladas y las manos hacia abajo, lista para agarrar los rieles si perdía el equilibrio. También noté que las dos niñas mayores permanecían al lado del tobogán y observaban con cierta aprensión, listas para atraparla, pero no de manera demasiado obvia, si se caía. Una dijo: «No tienes que hacerlo, puedes deslizarte», pero la niña continuó, lentamente, y sonrió con orgullo cuando llegó al fondo. Poco después, las dos niñas mayores comenzaron a trepar a un árbol cercano, y la niña más joven las siguió en esa actividad también. La niña estaba claramente motivada para hacer, con esfuerzo, lo que las niñas mayores podían hacer con facilidad.

Esta es solo una de muchas, muchas observaciones de niños pequeños que modelan su comportamiento en base al de los niños mayores. Niños que están a punto de poder jugar a juegos de estrategia, o leer, a participar en actividades atléticas más avanzadas o a juegos más complejos, son motivados a hacerlo observando esas actividades en niños mayores y adolescentes. En nuestro estudio de cómo y por qué los niños aprenden a leer en la escuela, algunos nos dijeron que querían leer porque tenían envidia de los niños mayores que leían y hablaban sobre lo que habían leído. Como dijo un estudiante: «Quería la misma magia que ellos que tenían, quería unirme a ese club».

Los niños más pequeños no solo imitan a los mayores. Más bien, observan, piensan en lo que ven e incorporan lo que aprenden a su propio comportamiento de manera que tenga sentido para ellos. Debido a esto, incluso los errores y los comportamientos poco saludables de los niños mayores pueden proporcionar lecciones positivas para los más pequeños. Los niños pequeños hablan sin parar sobre lo que les gusta y lo que no les gusta de las actividades de los mayores que los rodean. Los modelos negativos pueden ser tan útiles como los positivos. «No voy a hacer lo que hace X, porque puedo ver todos los problemas que esto le ocasiona».

Los niños también aprenden muchísimo simplemente escuchando y oyendo a los mayores, incluso cuando no están interactuando con ellos. Al escuchar el lenguaje y los pensamientos de los niños mayores, que son más sofisticados que los suyos, pero no tanto como para estar fuera de su alcance, expanden sus propios vocabulario y rango de pensamiento.

 

Los niños mayores también son inspirados por los más pequeños

No se trata solo de los niños más pequeños cuyos horizontes se expanden por el entorno de edades mixtas. En Sudbury Valley, los niños mayores y los adolescentes se inspiran en los juguetes y las acciones de los más jóvenes para continuar participando en actividades que probablemente habrían abandonado a la mitad de la niñez en un entorno segregado por edades. Continúan, por ejemplo, jugando con bloques, arcilla, ceras y pintura. Como resultado, muchos de ellos se vuelven extraordinariamente buenos en esas actividades. La escuela ha producido un notable número de artistas creativos exitosos, y sospecho que el entorno de edades mixtas tiene mucho que ver con eso.

 

Los niños mayores son excelentes ayudantes y asesores para los niños más pequeños, en parte porque no ayudan o aconsejan demasiado.

Los niños a menudo prefieren pedir ayuda o consejo a un niño mayor que a un adulto, incluso cuando hay un adulto disponible a quien puedan preguntar fácilmente. Sospecho que hay muchas razones para esto, pero una de las principales razones, creo, tiene que ver con el control.

Los niños que buscan ayuda o consejo no quieren renunciar a su propio control de la situación. No quieren más ayuda de la que piden, y quieren decidir ellos si aceptan o no lo que se les ofrece. Debido a que es más probable que los adultos sean vistos como figuras de autoridad que los niños mayores, es más difícil rechazar la ayuda de un adulto o alejarse cuando el consejo va más allá de lo que el niño desea. Además, en mis observaciones, los niños mayores son mucho menos propensos que los adultos a brindar ayuda o consejos más allá de lo que desea el niño pequeño. A los niños mayores no les preocupa el desarrollo a largo plazo del niño que les pidió ayuda, ni si son maestros o guías maravillosos, por lo que simplemente brindan la ayuda que se les pide, que es todo lo que el niño pequeño quiere.

En una de las observaciones de Jay Feldman, por ejemplo, Sue, de 5 años, le pidió a Anne, de 8 años, que le enhebrara la aguja en un telar de abalorios, que tenía que hacer para completar un brazalete que estaba haciendo. [1] Después de que Anne enhebrara la aguja, Sue continuó su trabajo por sí misma, sin más ayuda, y Anne no ofreció ninguna, a pesar de que Sue continuó teniendo dificultades con el telar y cometió muchos errores. Si Sue le hubiera pedido a un adulto que enhebrara la aguja, en lugar de a un niño mayor, el adulto podría haber estado rondando alrededor y haber ayudado a Sue con otras partes de su proyecto, lo que le habría quitado a Sue el orgullo y el aprendizaje de hacer el trabajo ella misma. Sue claramente no quería tanta ayuda, aunque el proyecto le resultaba difícil, por lo que era más seguro preguntarle a un niño de ocho años. [Nota: los nombres de los estudiantes en este y otros ejemplos son seudónimos.]

Así pues, aquí hay una valiosa lección que los adultos podemos aprender de los niños sobre cómo ayudar y aconsejar a los niños: ¡No den más ayuda, ni más consejos, de lo que se les pide! Ahora que lo pienso, la misma lección se aplica a ayudar y aconsejar a los adultos. Sé que cuando pido ayuda, no pido supervisión. Solo quiero la ayuda que pedí. Quiero hacer el resto yo misma, incluso si de esa manera cometo más errores. Un ayudante demasiado útil quita mi sensación de libertad, autocontrol y juego.

 

Los niños mayores son excelentes maestros de los más jóvenes, en parte porque no están muy por delante de los más jóvenes.

Daniel Greenberg destacó este punto en uno de sus libros sobre Sudbury Valley, donde escribió: «A los niños les encanta aprender de otros niños. En primer lugar, a menudo es más fácil. El niño maestro se encuentra más cercano que un adulto a las dificultades del estudiante, ya que ha pasado por ellos más recientemente. Las explicaciones son normalmente más simples, mejores. Hay menos presión, menos juicio». [2]

No solo son las explicaciones más simples, sino que, como provienen de personas más cercanas en edad, son más fáciles de desafiar. Son más propensas a ser vistas como ideas para pensar, en lugar de como La Verdad, y la comprensión proviene del pensamiento, no de la aceptación ciega. Aquí hay un ejemplo de una de las observaciones de Jay Feldman:

Ed, de ocho años, se quejaba con Arthur, de 14 años, de cómo otros dos muchachos lo habían estado molestando llamándolo con nombres que no le gustaban. Arthur le dijo a Ed que debería presentar una queja ante el Comité Judicial de la escuela. Entonces Ed dijo: «Tienen libertad de expresión». Arthur, después de pensarlo un poco, respondió que la libertad de expresión significaba que tenían derecho a decir esas cosas, pero Ed también tenía derecho a no escucharlas. Ed, después de pensarlo un poco, dijo: «Está bien». [3]

Tenga en cuenta que, en este ejemplo, Ed se sintió lo suficientemente igual a Arthur para desafiar su sugerencia, y el desafío llevó a una nueva idea. Tenga en cuenta también el elegante lenguaje del intercambio. Las grandes ideas se expresaron en pocas y simples palabras.

 

Los niños mayores amplían su propia comprensión a través de explicaciones a los niños más pequeños.

Cualquiera que haya sido maestro alguna vez sabe que aprendemos más cuando enseñamos que cuando nos enseñan. El requisito de poner ideas en palabras que otros puedan entender, y la necesidad de pensar a través de las objeciones que otros puedan hacer, nos lleva a pensar profundamente sobre lo que pensamos que sabíamos. A menudo, esto nos lleva a una mejor comprensión de la que teníamos antes. En un entorno de edades mixtas, los niños, no solo los adultos, pueden aprender a través de la enseñanza.

En el ejemplo anterior, Arthur, el «maestro» de 14 años, probablemente aprendió al menos tanto como Ed, el discípulo de 8 años, en su conversación. El desafío de Ed a la sugerencia de Arthur llevó a Arthur a pensar más y ampliar su explicación de una manera en la que quizás no había pensado antes. Ambas partes probablemente acabaron la conversación con una comprensión más profunda de la democracia en la escuela que antes.

Como otro ejemplo, considere el caso de un niño mayor jugando al ajedrez o algún otro juego de estrategia con uno más joven y enseñándole estrategias mientras juegan. Cuando el niño mayor le dice al menor que el movimiento A sería mejor que el movimiento B, el más joven dice: «¿Por qué?» Para responder a esto, el jugador experimentado no puede confiar únicamente en el instinto visceral desarrollado a partir de su larga experiencia con el ajedrez, sino que debe articular una razón. Debe convertir su conocimiento de ajedrez implícito en conocimiento consciente y explícito, y al hacerlo se convierte en un mejor jugador de ajedrez. Ejemplos similares ocurren en todos los ámbitos del intercambio de conocimiento e ideas entre las personas que se sienten libres de hacer preguntas.

 

Los niños mayores desarrollan habilidades de compasión y crianza al ayudar a los más pequeños

Aún más valiosas que las ganancias cognitivas derivadas de la interacción con niños más pequeños son las ganancias morales. Para desarrollarse efectivamente como seres responsables y éticos, los niños deben tener la experiencia de cuidar a los demás, no solo la experiencia de ser cuidados por los demás. La observación de muchas culturas ha demostrado que tanto los niños como las niñas se comportan de forma más cuidadosa con los niños que son varios años más jóvenes que ellos mismos que con los niños de su misma edad. Los niños pequeños parecen despertar los instintos de crianza que yacen latentes en todos nosotros. Un estudio, en Kenia, reveló que los niños que cuidaban a hermanos menores en casa se comportaban de manera menos agresiva, más amable, con sus compañeros de su misma edad que los niños que carecían de esa oportunidad. [4] Aparentemente, el instinto de crianza se fortalece a través de las interacciones con los niños más pequeños y, una vez fortalecido, se generaliza a los compañeros de la misma edad.

En observaciones en Sudbury Valley, todos los días se pueden ver muchos ejemplos de niños que crían a los más jóvenes. Éstos incluyen escenas de niños mayores leyendo a los más pequeños, que se sientan en sus regazos; los niños mayores ayudando a los más pequeños a encontrar objetos perdidos o arreglar cosas que han roto; y niños mayores dando los estímulos necesarios a los más jóvenes a medida que realizan sus actividades diarias. Algunas de las escenas más interesantes son aquellas en las que un niño mayor critica a uno más joven por tratar deficientemente a un niño aún más pequeño. En un caso, por ejemplo, observamos a una niña de 10 años explicar a tres niñas de entre 6 y 8 años por qué deberían permitir que un niño de 4 años se les uniera al juego. «¿Cómo te sentirías si no estuvieras incluida?», dijo. En otro caso, observamos a un muchacho de 17 años reprendiendo a un niño de 13 años por su manera poco amistosa de rechazar a un niño de 8 años que pidió jugar a un juego con él. Las reprimendas que escuchamos en estos ejemplos fueron mucho más eficaces provenientes de un niño mayor de lo que hubieran sido si hubiesen procedido de un adulto.

 

Conclusión

Un entorno de edades mixtas (1) permite a los niños más pequeños involucrarse en actividades que no podrían hacer solo con sus compañeros de edad; (2) promueve formas creativas de juego no competitivas que son ideales para adquirir nuevas habilidades; (3) permite a quienes están por delante o por detrás de sus compañeros de edad en ciertas actividades encontrar a otros que estén a su nivel; (4) permite que los niños más pequeños se inspiren en las actividades de los mayores, y viceversa; (5) permite que los niños más pequeños reciban ayuda y consejos sin renunciar a su propia autonomía; (6) permite que los niños mayores aprendan mediante la enseñanza; y (7) permite que los niños mayores practiquen el cuidado de los más pequeños y desarrollen un sentido de responsabilidad y madurez. Cuando segregamos a los niños por edad, en las escuelas y en otros entornos, les privamos de todo esto. Les robamos la oportunidad de utilizar al completo sus formas naturales y alegres de aprender unos de otros.


 

Peter Gray es autor de Libres de aprender

 

Artículo traducido de:

Why we should Stop segregating children by age: part III

Parte I

Parte II

 

Referencias

[1] Feldman, J. (1997). Las oportunidades educativas que se encuentran en la edad autodirigida se mezclan entre niños y adolescentes. Doctor en Filosofía. disertación, Departamento de Psicología, Boston College, 1997.

[2] Greenberg, D. (1987). Gratis por fin: la escuela de Sudbury Valley. Framingham, MA: Sudbury Valley School Press.

[3] Gray. P. y Feldman, J. (2004). Jugar en la zona de desarrollo próximo: cualidades de la edad autodirigida que se mezclan entre adolescentes y niños pequeños en una escuela democrática. American Journal of Education, 110, 108-145.

[4] Ember, C. R. (1973). Asignación de tarea femenina y el comportamiento social de los niños. Ethos, 1, 424-439.

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